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El Viaje De Las Piedras 09 Y Iv


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#1 errante

errante

    arrived on last train

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Posted 26 October 2009 - 12:33 pm

Al día siguiente llegábamos a Estambul a una hora prudencial..., vamos cuando más tráfico circulaba por la caótica ciudad 12 del medio día.



Atravesamos el Bosforo por el famoso puente colgante, el quinto más largo del mundo, tanto tráfico había que debieron de suspender los peajes, ya que las barreras estaban abiertas.



Con no poca suerte y el buen sentido de orientación de Marisa, logramos encaminar la rueda de la moto hacia el Sultanahmet, barrio de Estambul donde pensábamos buscar alojamiento.

Nos dejamos guiar como en otras ocasiones por el “trotamundos” pero aquel día no estábamos en racha, y todos los hoteles que mirábamos estaban completos y el sol húmedo del medio día “estambulero” nos estaba haciendo mella. Con caridad más cristiana que islámica el dueño de un hotel se apiadó de nosotros y con un par de llamadas nos encontró alojamiento en la “Pansiyon Midnight” al módico precio de 55 €.



Resultó ser un cuarto piso sin ascensor, pero no estaba la cosa como para ponerle muchos peros. A cambio las vistas no estaban mal, a un lado el Mar de Mármara y al otro la Mezquita Azul.



Una vez, bebidos, comidos y recompuestos, nos fuimos a dar la vuelta de rigor por la Mezquita Azul que la teníamos al lado, ya la conocíamos pero otra visita siempre merece la pena.





Como s’estaba fresquito a Marisa no había quién la sacara de allí.



Y cuando sales de la mezquita justo enfrente t’encuentras con la imponente Aya Sofía.



Aquella noche buscamos el restaurante La Medusa, que tan gratos recuerdos nos traía de la vez anterior, calidad, cantidad y precio.

Y como no, la decepción..., la misma calidad, menos cantidad y los precios justo el doble, en dos años habían duplicado los precios. Esos sí, en el Rte. todas las mesas ocupadas por españoles.



Ya era tarde, así que con cuatro pisitos de nada pronto nos metimos en el sobre..., aún me dio tiempo de llevarme un recuerdo de la Mezquita Azul de noche, en modo de fotográfia.



De buena mañana nos acercamos a ver el Dolmabahçe (palacio donde vivió el presidente y reformador de Turquía, Mustafa Kemal Atatürk, un soldado alto e inmóvil como una estatua guardaba las puertas con fusil en reposo y puñal en la mano.





Esperando la cola d’entrada, observo que uno de los porteros me increpa en voz alta para que pasara, no comprendo ni una palabra de lo que me dice, me hace gestos para que obviara la cola y pasara “colandome” pero no entiendo lo que dice y no me muevo del sitio..., otra vez me han vuelto a confundir con un turista turco..., ellos tienen preferencia ante los “guiris”.

Dentro del palacio está terminantemente mente prohibido hacer fotos, y sabiendo la mala leche que se gastan los turcos cuando no sigues sus normas..., mejor cumplirlas. El palacio en sí me aburrió un poco, todo tan barroco y rococó, tanta filigrana, la decoración sobrecargada a más no poder y todo un poco igual.




Una vuelta por el Gran Bazar para que Marisa hiciera acopio de alguna “marquesita” que otra, vamos que si estás en Estambul y no te dejas engañar un poco..., es como si no hubieras estado. Luego otra vueltecita más por el Bazar de las Especias.



Un garbeo por el barrio de Galatasaray.



Una “paradinya” para la ingestión de alimentos y de zumo de cebada.



Y nos acercamos a los pies de la Torre Galata.



La mañana siguiente abandonamos Estambul con dirección a Edirne, ciudad fronteriza con Bulgaria.

Encontramos el Hotel Efe que era el que buscábamos, y para variar toca regatear el precio de la habitación. Nos dicen que la Guía está equivocada, que eso son precios para grupos en fin que de mala gana y por no ponernos más a la búsqueda de otro hotel, aceptamos los 90 € que nos piden por la habitación.

Me indican que la moto la puedo dejar en el parking que hay en frente, gratuito..., menos mal.
Allí que dejo la moto candada y bloqueada, y como es para solo una noche dejo las maletas y me llevo solo lo imprescindible como de costumbre.

La visita a la ciudad nos sorprendió gratamente, para mi después de Estambul la ciudad más bonita de Turquía, limpia, ordenada, bien asfaltada y enladrillada, con muchas casas bonitas de madera en buen estado..., y la mayor concentración de joyerías por metro cuadrado que he visto nunca.



En la organización de muchas ciudades turcas aún rige el sistema medieval de concentrar cada gremio en una zona determinada, en esta calle en concreto a derecha e izquierda todo eran zapateros remendones, y justo al doblar la esquina todo eran ferreterias...



La ciudad tiene un par de mezquitas que están muy bien, pero que muy bien...¡¡¡





Al llegar la noche, de vuelta al hotel, veo a lo lejos los faros de un par de motos cerca del parking y comento con Marisa, “mira, ha venido más motos al hotel”.

Cual es mi sorpresa cuando llego y veo que una de las dos motos es mi TDM...¡¡¡

Monto en cólera...¡¡¡ Si en el Alto de Kataras recorde a todos los dioses, en Edirne, en la puerta del Hotel Efe, nombre uno por uno a todos los Caudillos y Sultanes Otomanos que han habido desde la caída de Constantinopla.

¿A santo de que, estos animales han sacado mi moto, y la han movido 20 metros desde donde estaba? Con el candado de U puesto trabando los discos delanteros con la horquilla. Con la dirección bloqueada...¡¡¡ una moto que en ese momento pasaba de los 250 kg...¡¡¡

Entro como un basilisco a la recepción del hotel, el recepcionista nada más verme la cara entra en diarrea incontenible. Me dice que la han movido con mucho cuidado, que a las 22’00 h. se cierra el parking y que han sacado la moto por si la necesitaba esa noche.

Marisa fumaba en las escaleras la d’entrada, apagaba el cigarro y entraba al hotel se acordaba a voz en grito de toda la parentela del recepcionista y en todos los idiomas inimaginables, volvía a sentarse en las escaleras y se volvía a encender un cigarro. Volvía a entrar..., volvía a salir..., al final no sé por donde le salía más humo si por la boca o por las orejas...¡¡¡

Yo miraba la moto, el guardabarros, la horquilla, buscando marcas de golpes que hubiesen podido causar algún desperfecto sobre todo en los discos o en ABS, volvía a entrar al hotel, y vuelta a increpar al recepcionista que ya no sabía donde meterse.

Con un enfado de mil demonios nos fuimos a dormir aquella noche, pensando en solucionar el problema por la mañana.



Por la mañana solicito hablar con el director del hotel que supongo ya estaría al tanto del sarao que se había montado la noche anterior.

Más calmado pero muy serio intento explicarle la BARBARIDAD que habían cometido sus empleados y las consecuencias que d’ello se pueden derivar.

Los sensores del ABS son muy delicados a los golpes, los discos de freno son muy sensibles también a los golpes..., que la moto pesa más de 250 kg, y con el candado puesto es casi imposible de mover con brazos y manos, que toda la fuerza la han tenido que hacer sobre las maletas y que puede que hayan forzado los soportes de las mismas..., etc etc etc, cualquiera d’esos problemas no era necesario que aflorara ahora sino que igual se presentaba al cabo de 400 ó 500 km. ¿Quién se haría responsable entonces de los desperfectos?.
Si dentro de 300 km se cae una maleta por haber sido forzada ¿Qué tenía que hacer yo? ¿a quién reclamo? Todo esto en mi cutrisimo inglés, más calmado pero con una mala lecheee...¡¡¡

Al vernos se acercó el dueño del hotel (se presentó), ambos dos reconocieron que fue una barbaridad lo que habían hecho los de la noche. Que si me ocurría algún percance en el trayecto que pudiera derivarse del trato a la moto me pusiera en contacto con ellos que se harían cargo (eso dijeron), que me recomendaban volver a casa por Grecia que allí seguro que habían Servicios Yamaha, y que por Bulgaria sería casi imposible encontrar uno. Se disculparon por activa y por pasiva y nos cobraron la habitación.

Sopesé todas las probabilidades que mis entendederas me dieron y llegué a la conclusión que en aquel momento lo mejor sería continuar con el plan de marcha y rezar porque todo se mantuviera dentro de un orden.

Los primeros kms. Estuve ojo avizor al funcionamiento del freno delantero que era el que más me preocupaba, todo parecía normal.

En estás que nos vamos aproximando a la frontera con Bulgaria donde nos esperaba una cola de vehículos de 3 carriles y 2 km. de larga, metiome yo por el arcen hasta el mismo principio de la cola, aprovechando mi cara de “turquis men” como decían ellos, me acerqué hasta el policía que guardaba el orden, al indicarle que iba con la moto no lo dudó un momento y nos puso los primeros, bien aquello prometía...

Claro que luego me quedaba por atravesar la frontera para entrar a Bulgaria y en una 1’30 h., de nada..., al sol..., pudimos cruzarla.

Las carreteras búlgaras las encontramos igual que hace un par de años cuando estuvimos.., bueno un poco peor ya que no las han reparado, solo la circunvalación de Sofía (30 km.) tardamos en recorrerla una hora de reloj.

Aquella tarde llegamos a la frontera con Serbia, Nis era nuestra ciudad servia de destino.

Salir de Bulgaria y entrar en Serbia nos costó 3 horitas de nada, entretenidos en la frontera. Cantidades ingentes de automóviles abandonan Turquia, con dirección a Alemania, Francia, Austria, Suiza..., son turcos que regresan a sus países después de haber pasado las vacaciones en su tierra.

Una vez en Nis, nos alojamos en Best Western Hotel My Place un hotel de 4 estrellas nuevecito con Yacuzzi en la habitación del que Marisa dio buena cuenta, por 90€, un hotel totalmente recomendable.

Justo al lado una Pizzeria en la que cenamos aquella noche..., después un paseo por la animada ciudad de Nis, cantidad de gente joven de tertulia en las muchísimas terrazas que pululan por sus calles..., aquella noche le pegamos una paliza a la cama “que pá qué”, estábamos hechos polvo.

Al la mañana siguiente se comprueba como por la noche “todos los gatos son pardos”, y la gente bien arreglada y con apariencia de un buen poder adquisitivo da paso a vehiculos de hace mil años, camiones que más que usar gasoil lo tiran por el tubo d’escape, autobuses que aquí estarían prohibidos, gente en moto de cualquier cilindrada y por cualquier vía sin casco. Abandono y dejadez porque el escaso dinero hay que utilizarlo en problemas más graves e inmediatos.

Se ve lo evidente, un país que no hace mucho que ha salido de una guerra y que aún le queda mucho por delante, pero mucho ehhh.

Eso sí, haber vuelto a países donde el consumo de cerveza es habitual y sobre todo a precios más “españoles”.

Aquel día atravesamos Servia y después de dos horitas de frontera, (seguíamos con los turcos que regresaban a sus casas) entramos en Croacia..., yendo directamente a su capital Zagreb.

Entramos a la ciudad por la zona de la estación de ferrocarril, una buen lugar donde se supone habrán muchos hoteles..., pues ver, lo que se dice ver..., solo vimos el Hotel Avenida de tres estrellas con más años que las del cielo, preguntamos precio y nos dicen como quién no quiere la cosa 120 €. Amossssss andaaaaaaaaa, venimos de un 4 estrellas nuevecito y moderno por 90 € y aquí 120 por uno de tres contemporáneo del Motín de Esquilache.



Nos costó encontrar algo, pero al final por 55 € cerquita del centro, un hotel lleno de mochileros y con una habitación..., que bueno..., total para pasar una noche.



Que queréis..., nos esperábamos más de una ciudad con tanto ¿renombre”. Que extraño, una catedral en obras.



El centro histórico es bonito..., pero los hemos visto tan bonitos que este, no pasa de ser uno más..., del montón.



Bueno y la cerveza..., no está mal.



La mañana siguiente amaneció soleada, decidimos tirar hacia los Dolomitas e improvisar sobre la marcha...



La entrada en Eslovenia siempre es un placer, acostumbrados a la Unión Europea y el Euro, “trotamundear” por otros lares requiere su esfuerzo, y pronto pasamos al otro lado de la capital eslovena.



Los Alpes eslovenos comienzan a hacer acto de presencia.



Esto hizo detenernos en seco...



Continuará...

V'ssssssssss



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